viernes, 11 de septiembre de 2009

Estos son los discursos que se dijeron en el entierro de mi amigo el higo chumbo.

El indio gitano.

Jau! Ojú! Yo ser indio gitano y sentir mucho muerte de payo higo chumbo. Yo recordar día que yo conocer y decirme que ser rostropálido, pero honrao. El siempre quererme buscar trabajo y yo no entender por qué, pero dejar de insistir cuando yo decir que irme con filósofo mendigo al semáforo de Corte Inglé, a pedir con carté que decir yo tener 7 shurumbele. Pero yo perdonarle pronto, cuando payo higo chumbo invitarme a bellota de liá, en puerta museo arqueológico. Higo chumbo siempre decir que yo no robar, porque policía pegar con porra, pero yo correr y meterme por callejitas estrechas, y negocio de pedí chungo para indio gitano, desde que invasión de rumanos llegar. Yo no hacer caso higo chumbo, y coger peluco suyo ante de irme porque donde el ir no haber hora punta, y mujer de indio gitano dar con rodillo de amasar si el no llevar algo. Cachipé higo chumbo, tú rostropálido pero honrao, y yo mucho camelarte, porque yo no ser racista.

El enamorado furioso

¡Ahí de mí, higo chumbo, ahora que te vas! ¿Quién va a consolarme cuando la mujer bellota se ría de mí, porque sabe que me tiene loco? ¡Tú eras el único que me comprendía, y no se cachondeaba cuando me pillaba llorando a escondidas, porque me decía que era feo, gordo, y que le daba asco! ¡Y la muy cerda dice que soy un amargao, sin quererse dar cuenta de que lo soy por su culo… digo… por su culpa! Ella sabe que desde que se casó con el trapecista manco, yo no he vuelto a ser el mismo. Además que fue así, cuando salía con el pimiento a la brasa, que le hacía unos moratones que más que la mujer bellota parecía la mujer cebra, le dije: “¡Pues tú tienes la culpa! ¡Por irte con un chulo guaperas que te trata como a su puta! ¡Si salieras conmigo, tendrías un novio gordo y feo, pero menos golpes en el cuerpo!”¡ Pa qué le dije ná, con lo lista que es la joía, se fue a casar con el trapecista manco…! ¡Ese cómo le va a pegar! En fin, higo chumbo, que ya te echo de menos, que desde que se sabe que estoy enamorado, nadie me respeta, me llaman cornudo cuando me cabreo y maricón cuando lloro! ¡Adiós, higo chumbo, eres el único amigo que tenía!

El filósofo mendigo.

El higo chumbo era un hombre excepcional, siempre estaba hablando conmigo de cosas culturales, como el traje azul de Shopenhauer, y qué gracioso que era cuando nos contaba la forma de lamentarse del enamorado furioso, ¡qué hijo puta era! Y encima, escondiéndose de él, del trapecista manco, y del pimiento a la brasa, camelaba a la mujer bellota, les bailaba el agua a todos, y la enamoraba diciéndole lo que leía de las elegías de Catulo, que yo le ayudaba a traducir, para no olvidarme… Total que era un golfo. ¡Y el pobre indio gitano! ¡Cómo le quería, y que triste está desde que se ha muerto, tanto que ahora conseguimos el doble de limosna, con la carita de pena que tiene! En fin, ¡hay que ver cómo es la levedad de la vida! Ayer estabas con nosotros de cachondeo, y ahora no volveremos a verte, hoy eres polvo, y antes lo echabas! ¡La muerte nos iguala a todos!

La mujer bellota.

¡Ahiiiii, higo chumbo! ¡Qué pena que te vayas! Con lo guapo, con lo caballero y lo educado que eras, y que siempre ibas como un pincel, a pesar de tus años! ¡Tú sí que sabías lo que una mujer quiere! De todos los hombres que he conocido, tú eras el que más me convencía, porque eras tan galán, y me decías unas cosas tan bonitas! Desde luego, yo a ti te dominaba, por supuesto, como a todos, porque los hombres tenéis la cabeza siempre en lo mismo, y nosotras, que somos de siempre del sexo más bonito, y también el más inteligente, y que ahora encima de feos y tontos, también sois el sexo débil, pues nada, que algún día ya os daréis cuenta de que las mujeres somos la verdadera raza aria, y no la de Hitler. Vosotros al fin y al cabo, sois unos pobres desgraciados, medio humanos… Si no, mira al amargado del enamorado furioso, que me quería cazar… yo desde luego, cuando conocía al que hoy es mi marido, el trapecista manco, dije: “Mira, si es manco, no te agobia tocándote, y le pasa como a un perro, que lo que no puede hacer con las manos, tiene que hacerlo con la boca”, ¡pues por eso me casé con él! Ahí, pobres hombres, ¡si salís de un sitio que no se separa del desagüe más que por un pellejo! ¡Y tenéis el mismo problema que un virus, que no podéis reproduciros por vosotros mismos! Vamos, que eso es lo que sois, un virus, pero tú higo chumbo, a pesar de ser un hombre, y de que todas te podíamos dominar, a veces, hasta parecía que pensabas… ¡fíjate! ¡Si hubieras vivido algo más, te hubieran estudiado los científicos, o mejor, las científicas, para ver si conseguían hombres más útiles para la humanidad, o sea, para nosotras! Pero has muerto, y ya no es posible, bueno, algún día te clonarán. O a lo mejor no hace falta, porque, no quiero que se entere nadie, pero estoy embarazada y no sé si el niño va a salir sin manos, o con pinchos… bueno, tú ya sabes…

El trapecista manco.

Desde que vine con el circo a Córdoba, no he encontrado a nadie con tanta simpatía, con tanto don de gentes, con tanta creatividad y tan gracioso como el higo chumbo, dicen que le llamaban así porque a la larga acababa teniendo púas. Bueno, la verdad es que como mi agente que era, y que ahora me tengo que buscar otro… era bastante bueno, y conseguía que el director del circo me subiera el sueldo, aunque claro, el se llevaba una comisión. El me vendía muy bien, con eso de que sólo tenía las piernas y la boca para agarrarme a los columpios, del circo, y de que me ponía en la boca la pértiga mientras caminaba por la cuerda. Pero lo que más le agradezco es que cuidara tanto de que mi mujer no se aburriera mientras yo entrenaba y mientras actuaba. De no ser así, mi relación con ella hubiera acabado muy pronto, vamos, que él también es un poco padre del hijo que estoy esperando. Además, él me ayudó a conquistar a la madre, que tenía tantos pretendientes, ¡que aquí son muchos hombres para sólo una mujer! En fín, que si no te hubieras muerto, higo chumbo, te pediría que fueras el padrino del niño, pero ahora tengo que buscar otro, además de otro representante. Adiós, higo chumbo, que seas feliz allá donde vayas.

El asesino de hormigas.

Un día yo estaba sentado en la puerta de mi casa matando hormigas tranquilamente, cuando llegó un guardia civil y me dijó: “¡A ti te gustaría que llegara un gigante y te machacara como tú estás machando a estas pobres hormigas!” A lo que yo le contesté: “Osidlñwiob, panbniow, tuhcile katge”. Y me miró con una cara de extrañao, que yo no podía comprender, pues mi argumento estaba muy claro. Este hombre tan desabrido, me miró con furia y empezó a gritar: “¡Pero qué dices, atontao, que estás hablando, que pareces gilipollas!” Y yo ya algo asustado, temblando, me levanté, y empecé, sigilosamente, a pisarlas con el pie, a lo que este hombre seguía gritando, y fue a llamar a un transeúnte. Este resultó ser el higo chumbo, que cuando el picoleto le dijo: “Mira lo que está haciendo este imbécil!” El contestó: “Catatlán de vuá, quetinge pordife” Y entonces se le erizaron los rabillos del bigote y el tricornio se le cayó al suelo del bote que pegó, y se puso blanco, se fue gritando que estábamos locos, y consiguió que no me pusiera la multa por asesinato de especie en peligro de extinción. Si es que el pobre picoleto era muy intransigente y no comprendía que las palabras arbitrarias y elegidas al azar eran mejor que engañarse con argumentos estúpidos, como quien quiere hacerse el inteligente. Así conocí al higo chumbo, y después nos hicimos muy amigos, sobre todo porque con mi afición a machacar hormigas, siempre me invitaba a deshormigar su casa y de paso tomar café con él, y conocer a todos sus amigos. Adiós higo chumbo, y no olvides: ujretibo quiketa boarcio.

El cazador de gamusinos.

Yo sé que me consideráis loco por decir que hay gamusinos y que yo los he visto, pero haberlos haylos. Yo nunca los he visto, por eso no puedo deciros cómo son, pero el higo chumbo, al que yo tanto quería, me creía, y me dijo que una vez vio uno, pero que no me podía decir cómo era porque no se parecía a nada en concreto, que tenía que verlos yo mismo. Por las descripciones que me dio después de mucho insistirle, más o me imagino cómo son, y he hecho un fotomontaje para mandárselo a Iker Jiménez, que seguro que me cree, y dice que yo he tenido un encontronazo con uno de ellos. Quizá los habéis visto un montón de veces, pero no os habéis dado cuenta. Ahora que el pobre higo chumbo no está, no sé quién me va a defender cuando vosotros me llaméis loco, pero me da igual, él y yo sabemos cuál es la realidad, que muy pronto los gamusinos van a invadirnos para esclavizarnos. Gracias, higo chumbo, por ayudarme a que estos ignorantes no me humillaran, ahora ya tendré que defenderme yo solo.

El hombre del semáforo.

Digáis lo que digáis, las máquinas también tenemos sentimientos, la prueba más evidente que puedo daros, es que yo, el hombre del semáforo, también he estado enamorado, aunque no lo sepáis. Había una mujer, que cada vez que la veía esperar a que me pusiera verde, para pasar, me daba un vuelco el corazón. Y no podía dejar de mirarla. Tanto era así, que tenía que pedir a mis compañeros de otros semáforos que me dejara cambiar con ellos el puesto de trabajo, para seguirla. Pero como yo tenía que detenerme, cuando estaba rojo, al final, siempre acababa perdiéndola. En una ocasión, me puse muy triste porque la oí quejarse de lo que tardamos nosotros en dar paso a los peatones, y el poco tiempo que les damos para pasar. También trataba de escuchar las conversaciones que tenía con sus amigos, y así conseguí saber que la llamaban la mujer bellota, pero cuando oí que estaba casada, dejé de seguirla. Todo esto os lo cuento para que veáis que las máquinas tenemos sentimientos y no por ser una de ellas estoy indiferente ante la muerte del higo chumbo, que fue un día que estaba borracho, el que me presentó a todos vosotros, porque iba hablando solo, y yo creía que hablaba conmigo. Bueno, que descanses, higo chumbo.

El maestro del cariño.

No hay que estar tristes

por perder a nuestros mayores

porque no los perdemos

porque nunca se han ido.

Siguen vivos en nosotros

y en los que después de nosotros

han venido.

No sólo vive en el recuerdo

vive en la práctica

en esa práctica que tú tienes

cuando les cuidas a ellos.

Cuidándote, te enseñó a cuidar de los tuyos

y en los ojos de los tuyos lo verás al mirarlos

como ellos lo verán, al mirarse en los tuyos.

Todo lo que él luchó por ti

no sólo lo ha conseguido

sino que tú por ellos

llevas el mismo camino.

Todo queda, nadie se ha ido

porque siendo muchos, todos sois uno y el mismo.

No está triste el alumno

cuando se despide del maestro

sino alegre por haber ya aprendido.

Ahora tú te has licenciado

con el mejor maestro

en la carrera del cariño.

El pimiento a la brasa.

Pues a mí me da igual que se haya muerto el higo chumbo, yo sé lo que se traía con todos nosotros. Lo primero, que se camelaba como quería a la mujer bellota, a escondidas del su marido el trapecista manco, y que os tenía a todos engañaos, con que a cada uno le daba consejos para camelársela, y era él al final el que se la camelaba. Yo ya te digo, que cuando estaba ella saliendo conmigo, le daba yo sus buenas lecciones por ir con unos y con otros, tonteando con todos. Siempre me traía frito, por eso me pusieron el nombre del pimiento a la brasa, porque siempre me calentaba con las putadas que me hacía, poniéndome los cuernos, ¡y resulta que el mardito higo chumbo le echaba drogas para excitarla! ¡Así estaba la tía siempre! Luego, se juntaba con el indio gitano y con el filósofo mendigo y se ponían a rajar de mí. Así que para mí no ha sido un amigo, sino todo lo contrario, ha hecho que pierda a la mujer que más he querido nunca. Así que adiós, higo chumbo, que no creo que te vayas con la conciencia tranquila.

El soldado cobarde.

Yo estoy muy agradecido con el higo chumbo, porque él me escondió en su casa cuando venían las primeras veces a buscarme, los de la policía militar para ir al frente de esta horrible guerra. Y siempre tenía un lugar para que me escondiera, hasta que un día resultó que no estaba, y por no poder esconderme, me cogieron, y ahora me entero de que es que había muerto. Se lo llevó un infarto, por su afición a combinar con los Jack Daniels las chuletas de cordero, y después fumarse un porrito. Si es que era un auténtico hippie, igual que yo sería si no me hubieran obligado a ir a la guerra. Es increíble lo que tengo que ver allí, todos los días muere algún compañero por culpa del enemigo, y yo, que siempre he sido un cobarde, paso mucho miedo. ¡Si yo ni siquiera me atrevía a decirle a la mujer bellota que también estaba enamorado de ella! ¡Y ahora tengo rezar para seguir vivo un día más! Si él no hubiera muerto, seguiría escondiéndome en su casa, pero ahora me temo que pronto le veré, porque yo también habré muerto. ¡Con lo hermosa que es la vida! ¡Cómo la han estropeado las guerras, la ambición, el egoísmo, que hay tanta gente viviendo miserablemente! Pues sí, adiós, higo chumbo, que estés mejor donde quiera que estés.

El butanero del infierno.

Yo soy el butanero del infierno, y no veas lo bien que me va, porque con lo que gastan allí de butano, con ellos tengo ya bastante para hacerme rico, con todas las fogatas que hacen. Mi cliente es el mismo demonio, y no porque yo lo diga, sino porque lo es, y me está costando un trabajo enorme que no se cambie a gas natural para calentarlo todo, le tengo que decir que el recibo de la luz se le va a ir por las nubes. Tengo que daros una noticia, me ha dicho el demonio, mi cliente, que le han anunciado un nuevo ingreso en sus instalaciones, pero que aún no sabe si se trata de este hombre, del higo chumbo, pero que estemos al tanto, que el juicio es la semana que viene, pero que nosotros no podemos ir, porque estamos vivos, menos el soldado cobarde, que tiene cita para el jueves, y puede que sí le dejen ir. De todas formas, ya me avisará si lo pierde y le ingresan, y que ya me diría qué tendríamos que hacer para evitar lo metan allí. En fin, higo chumbo, que tenga suerte y te toque un juez decente, que no esté en huelga.

El perro del hortelano.

A mi me dicen el perro del hortelano porque ni como ni dejo comer. Total, que fui yo el que convencí a la mujer bellota para que se diera cuenta de que los hombres son imbéciles y que todos quieren nada más que acostarse con ella y luego si te visto no me acuerdo. Yo soy el primero que la conoció y el primero en fijarme en ella, y como yo sabía que no podía ligármela, pues dije: “¡Pues si no es pa mí, no es pa nadie!” Así que siempre estaba maquinando para que no se emparejara con nadie, de tos estos salíos que estamos aquí, y que somos muchos para una sola. Lo que pasa que un día me entretuvo el higo chumbo con el indio gitano y el filósofo mendigo, que me rayaron una barbaridad, con sus discusiones filosóficas, y descuidé a la mujer bellota, y se lió con el pimiento a la brasa. Total, que de todas formas, de verdad era un brasas, porque le metía unas palizas que casi la deja más tonta de lo que es. Así que le dejó y yo volví a reafirmarme en decirle que no le interesaba ningún tío. Pero ella ya le había cogío el gustillo y repitió con el trapecista manco. Si no llega a ser por el higo chumbo, que me entretuvo ese día, ahora ella sería una solterona como yo, que es lo que pretendía. Pero a mí ya todo eso me da igual, que hagan lo que quieran. El higo chumbo ya se ha ido, que se vaya en paz, que a mí en paz me deja y tranquilo.

martes, 18 de agosto de 2009

SEVILLANA de las SANGUIJUELAS

Bueno, tengo que reconocerlo, soy demasiado patriótico, y a veces hasta me río de las miserias de mi país, lo que os voy a demostrar con esta cancioncita, que he escrito pensando en que sean unas sevillanas, pero me han dicho que no dicen nada de Sevilla, así que no vale. A ver que os parece:

Tres sanguijuelas tiene
mi España
Tres sanguijuelas
porque a cada español le
chupan las venas
porque a cada español le
chupan las venas.

Y la primera está al sur
porque está al sur la primera
que por jugar a los barcos
lleva ya trescientos años
hablando inglé con la Z.

Tres sanguijuelas tiene
mi España, tres sanguijuelas
porque a cada español le
chupan las venas
porque a cada español le
chupan las venas.

Y la primera está al Sur
porque está al sur la primera
que aunque la reina le salve
lleva ya trescientos años
chuleandole a su madre.

Y la segunda es mejor
que hasta resulta gracioso
que lo haga así,
porque parece un gangoso
hablando latín.

Y es la tercera, mare
la que más me asombra
es la tercera
la que más me asombra
es la tercera
que sabe poner bombas pero
lo habla no lo sabe ni ella.

Y los mejores de tós
que chupan con fundamento
pero sin compasión
son los de cualquier gobierno
de la nación.

Así que no hay solución
para mi pobre España
con tanto ladrón
más que decirlo a la cara
con esta canción.

Y luego está ese Borbón
que puso la democracia
sentao en su sillón
por eso los españoles
practicamos sillon-ball.

Y no me voy a despachar
con su majestad
no me voy a despachar
que no me corten la garganta
que me sirve pa cantar.

Pero te voy a decir
que ese peasso Bribón
que ese peasso Bribón
es el que mejor remonta
cualquier chaparrón.

ESPAÑA (lo que pudo ser y no fue himno de)

Bueno, para inaugurar el blog con cierta solemnidad, tengo que hacer sonar el himno de mi país, España, pero este no tiene letra. Y como uno de mis sueños en la vida es que la que he escrito yo sea oficial, al menos, la hago pública. Aquí la tienen:

HIMNO DE ESPAÑA

Tras los barcos
que llevaron al nuevo mundo
fe hacia Dios
había una nación
grande, creyente, con honra y honor
que a nuestra religión
el sur le devolvió.

Es España, tierra de don Quijote
el Cid Campeador
y Agustina de Aragón
que con coraje expulsó al invasor
dando la libertad
a nuestra gran nación.

Como hermanos
fueron hebreos y mahometanos
flor de un mismo mar
y a serlo volverán

------> Final para civiles
de los cristianos que España están
esperando para poderles abrazar.

------> Final para GUARDIAS civiles
de los tricornios que en la playa están
esperando para poderles aporrear.